dimecres, 26 de novembre del 2014

Los papás y el fútbol de los hijos


Los papás y el fútbol de los hijos

 “Nos han robado un gol” le informa por teléfono, indignada, una madre enfundada en un voluminoso y brillante anorak de plumas a su interlocutor. Acto seguido, le pasa el móvil a su hijo quien, como si fuera un mantra, le repite al interlocutor (que deduzco debe de ser el padre) que, efectivamente, “los otros”, les “han robado” un gol.
Los “otros” son el equipo de fútbol-sala de mi hijo de doce años del cual, obviamente, soy fan incondicional. Ese día ganaron un partido la mar de emocionante, donde un decisivo gol de portería a portería pudo o no haber entrado (el árbitro lo dio por bueno). El equipo de fútbol-sala de mi hijo gana unas veces, empata otras y, naturalmente, también pierde, pero ni en este último ni en ninguno de los otros casos se me ocurriría decir que “nos han robado” goles ni cosas parecidas.
La falta de deportividad y el mal comportamiento de algunos padres en los partidos de fútbol (u otros deportes) donde participan sus retoños es de sobra conocido. Gritos a los niños (propios y contrarios), insultos al árbitro y al entrenador, palabrotas… Pero parece ser que el tema se está desbocando en los últimos años (o quizás, es que se habla más de ello), y se está pasando de los siempre desagradables ataques verbales a los ataques físicos. Hace unos días, en León, un padre de un equipo de pre-benjamines (6-7 años) le dio una paliza al árbitro, mandándolo al hospital. El árbitro tenía 16 años. ¿Algo excepcional? No. En la crónica del suceso en la web sportleon.com se explica asimismo cómo, la jornada anterior; “tres colegiados tuvieron que refugiarse en los vestuarios hasta que llegó la Policía a salvarlos de quienes trataban de agredirles”.
La violencia en el fútbol profesional es un problema reconocido y existen campañas a nivel internacional para promocionar el fair-play (el juego limpio), tanto dentro como fuera del campo. Pero quizás lo más eficaz sería empezar a promocionarlo desde las canchas de los más pequeños, en unas etapas en las que se aprende todo más fácilmente. Es lo que ha hecho la asociación juvenil la Rotllana, en Badalona, que ha montado una liga de barrio con una peculiaridad: se valoran los goles pero también, el juego limpio. De hecho, el fair-play tiene el mismo valor en relación a puntuación en la liga que un partido ganado o empatado.
La coordinadora, Olga Gascón, lo explica en esta intervención en la Ser, de la que hago un extracto:
- “Quisimos que no sólo se tuvieran en cuenta la competitividad sino también el fair-play. Dentro de este se valoran el respeto al árbitro, al rival y a los propios miembros del equipo; la puntualidad, la participación dentro de la liga de fútbol y el tema del juego colectivo”.

1 comentari:

Anònim ha dit...

Buen articulo para reflexionar

Xavi